abril 09, 2008

A la escuela se viene a trabajar

“A la escuela se viene a trabajar”. Todos, como alumnos o docentes, hemos dicho o escuchado esta frase. Ya es toda una tradición en la educación pública. Una meta, una regla, un molde, una costumbre. Una costumbre.
Pero atención: ¿en qué condiciones se trabaja?, ¿para qué?, ¿para quién?
El trabajo es el rasgo fundamental de los seres humanos. Sin embargo las respuestas a las preguntas anteriores y la tarea cotidiana nos muestran aveces al trabajo como algo ajeno y doloroso. ¿quién no se alegro al recibir alguna vez la noticia de que al otro día no trabajaba? Caramba. Algo debe andar mal.
La clave está en las preguntas anteriores. Es vital que reflexionemos sobre el trabajo. Y en nuestro caso sobre el trabajo en la escuela. Nadie puedo negar el hacinamiento en las aulas; el ruido ensordecedor y permanente; la poca circulación de aire puro y luz natural en las aulas; los salarios de pobreza; la cuestionada calidad de la comida; los contradictorios planes de estudio que diseñan el ministerio y la secretará de educación; la escandalosa falta de presupuesto; la breve formación de los jóvenes maestros; etc..
Una costumbre. De tantos años igual, la falta de condiciones adecuadas se nos está volviendo una costumbre.
Si la costumbre se vuelve sentido común ya no podremos diferenciar entre la justicia y el atropello. Entre el respeto y la explotación. Entre la paz y la guerra. La costumbre puede volverse peligrosa cuando muestra como natural lo que en realidad es impuesto por quienes sacan ventaja.
Tal vez, se me ocurre, estas sean horas de sacudir las costumbres. De reconciliar el placer con el trabajo. A lo individual con lo común. A la mano con el amor y la idea. Al ocio con la utilidad y a la belleza con la tarea. Se me ocurre, cosa que, debo reconocer, no es una costumbre.

2 comentarios:

El Último Jacobino dijo...

Verdugo:en parte es cierto lo que venís planteando sobre el carácter de la escuela y los docentes.
Fijate que te estás olvidando de la finción esclarecedora que cumple en algunos lugares (apesardesu funcióon controladora) y,sobretodo, te olvidás de señalar el aislamiento,la explotación y el maltrato al que son sometidoslos docentes.
Creo que te estás equivocandoal analizarsituaciones particulares con teorías generales.

El Verdugo en el Umbral dijo...

Primeramente tenemos que dejar de traficar idiología y hablar con justeza. Los maestros no son explotados. En tal caso oprimidos.
Segundo quisiera relativizar la función "iluminadora de la escuela". Más bien yo diría que los docentes hacen más esfuerzo del que se les pide para marcar las diferencias entre las escuelas de los ricos y las de los pobres. Me refiero a la didactica y al trato.
Los ricos estudian matemática resolviendo problemas, los pobres hacen cuentas. Los ricos producen textos partiendo de borradores que corrigen y editan, los pobres copian al dictado, etc...
Ahora si ud quiere decir "qué bien, por lo menos enseñan cuentas y dictado" es un problema de su idiología conformista y mediocre.
Sepa que la diferencia entre un tipo de educacion y la otra es la misma que existe entre quien diseña un automóvil y el que pone la rueda delantera derecha en la linea de producción.