La inmigración, la distribución en el espacio de las grandes ciudades y la segregación, no son producidos en forma aleatoria y no pueden explicarse únicamente en términos de racismo.
Las migraciones son unas de las formas posibles, tan legítimas como tantas otras, de resolver los desequilibrios entre las distribuciones de la población, la riqueza y los recursos naturales que hoy castigan a la humanidad.
Los inmigrantes se distribuyen en el espacio de las grandes ciudades de manera heterogénea. Esto se debe principalmente a la propuesta del anfitrión más que a las características culturales o la necesidad de mantenerse cerca de los arribados.
La segregación implica máxima homogeneidad intracentros (o grupos) y máxima heterogeneidad entre grupos.
Escuelas
En las escuelas de Buenos Aires existe la segregación pues se apuesta por niveles, grupos compuestos por mayoría de inmigrantes y escuelas ghetos. Ocurre a menudo que dentro de un mismo distrito hay escuelas con un gran número de inmigrantes y otras con muy pocos. En algunos casos los directivos se niegan abiertamente a recibir extranjeros e incluso argentinos nacidos y/o residentes en el Gran Buenos Aires.
El argumento utilizado por los responsables de las instituciones busca ocultar responsabilidades, asumir nuevas tareas y desviar el centro del problema. Se habla de diferencias de nivel entre lo que estudiaban en su país o provincia de origen y el de acá, de “predisposiciones étnicas”, del apoyo mutuo entre los recién llegados y de la proximidad de la casa con la escuela, entre otras excusas. Lo que se oculta detrás de esto es un profundo sentimiento racista, discriminatorio y segregacionista.
Es imprescindible la distribución homogénea de los inmigrantes tanto entre las distintas escuelas como en los grupos dentro de cada una.
Los derechos ciudadanos y el constituirse como sujeto de derecho debe ser deslindado totalmente de las diferencias culturales. Cualquiera, sea quien sea y venga de donde venga, tiene derecho a la educación.
La escuela tiene un enorme papel a la hora de poner límites y reglas en este mundo desigual. Sobre todo si en lo inmediato no se avizora grandes mejoras. Su tarea instrumental, su función de calificación profesional que determinará futuras oportunidades laborales, su condición expresiva, como experiencia y anticipo del trato que se va a recibir en la sociedad.
La escuela debe valorar la diversidad y procurar la integración política. Esto último es la plena incorporación a la ciudadanía desde una posición crítica y con una preparación que permita ejercerla concientemente y en forma lo más autónoma y activa (como reformulación de su contenido) posible dentro de una democracia con las características de la nuestra.
Para ampliar la lectura y conocer algunas de las fuentes sobre este post, clic acá y acá.