Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con perversa lentitud de verdugo de pesadilla.
¿Yo escribí eso, aquí, en Buenos Aires, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche? Escribí: mi lengua se pudre. ¿Yo escribí eso, hoy, un día de junio mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche?
Y ahora escribo: me llamaron -¿importa cuándo?- el orador de
"La necesidad solo es ciega en cuanto no se la comprende. La libertad no es otra cosas que el conocimiento de la necesidad"
julio 31, 2009
en "La revolución es un sueño eterno", de Andrés Rivera, confieso que he leído
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