julio 14, 2008

en "El verdugo en el umbral" de Andrés Rivera, confieso que he leído

Le dije a Reedson que cada hombre en paro recibía dos pesos por día del fondo de huelga.¿Por qué él no?
Buena pregunta, me contestó. Su risa no era alegre.
¿No estás en huelga, vos?, le pregunté, y le clavé un cuchillo de vinagre.
Soy el secretario del Sindicato, no un banquero al borde de la quiebra. Entendé. Entendé eso por lo menos…
Miré al hombre que me pedía que lo entendiera, al que comió cerdo en la puerta de una sinagoga, y que, secretario del sindicato, no tocaría un peso del fondo de huelga, así vos y yo nos quedáramos sin pan y sin zapatos. Esa vez lo entendí. Y lo miré.