julio 31, 2009

en "La revolución es un sueño eterno", de Andrés Rivera, confieso que he leído

Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con perversa lentitud de verdugo de pesadilla.
¿Yo escribí eso, aquí, en Buenos Aires, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche? Escribí: mi lengua se pudre. ¿Yo escribí eso, hoy, un día de junio mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche?
Y ahora escribo: me llamaron -¿importa cuándo?- el orador de la Revolución. Escribo: una risa larga y trastornada se enrosca en el vientre de quien fue llamado el orador de la Revolución. Escribo: mi boca no ríe. La p
odredumbre prohíbe, a mi boca, la risa

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta. Un párrafo contundente; no sobra ni una palabra.

Saludos.

Federico dijo...

Comparto el sentir de Lautrèamont. Ni un punto demas!!

Si quieren, dense una vuelta por www.himanistas.blogspot.com

El Verdugo en el Umbral dijo...

Bueno, dos tipos a los que respeto mucho definen la pluma de Rivera (el mejor escritor contemporáneo argentino) como "contundente" y sin "una palabra de más".
Coincido, por eso me gusta. Su ritmo, su musicalidad, la textura de esos párrafos construidos a puro vértigo, emoción y calidad estética.
Qué bueno es saber leer!!!! no?