
el jueves 26 de junio de 2008 frente al palacio de gobierno de La Moneda en Santiago de Chile
(Imagen y epígrafe extraídos de La Jiribilla)
Dentro de las fuerzas políticas que se desarrollan en el capitalismo podemos hallar de todo. Desde las fuerzas más reaccionarias y oscurantistas cercanas al medioevo hasta las fuerzas acomodaticias sin ideas propias y por supuesto las progresistas.
Independientemente de la cuestión de fondo de si es necesario cambio radical o paulatino de la sociedad, quisiera traer hasta aquí un nombre que por su acción revolucionaria y compromiso se ha ganado el respeto universal: Salvador Allende.
Su figura cobra hoy un sentido desenmascarador. El compromiso, la valentía y la ética con que ejerció su gobierno deja al desnudo a todo el arco de la política parlamentarista burguesa.
En especial a los que hoy, bastardeando la palabra socialismo y fabricando caretas con términos progresistas son fieles administradores de los monopolios.
La represiva Bachelet, el lamebotas Tabaré, el genial administrador Lula y los mercachifles K (solo por nombrar a los más arrastrados) representan la contratara de Salvador.
El cubano Pedro de
Esta es la gran verdad que se intenta ocultar. Una nueva generación está asomando. Un nuevo proletariado, una juventud con un profundo espíritu rebelde que descree totalmente de los políticos de estas democracias y que en sus luchas actuales han hecho renacer al Compañero Allende