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"La necesidad solo es ciega en cuanto no se la comprende. La libertad no es otra cosas que el conocimiento de la necesidad"
Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con perversa lentitud de verdugo de pesadilla.
¿Yo escribí eso, aquí, en Buenos Aires, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche? Escribí: mi lengua se pudre. ¿Yo escribí eso, hoy, un día de junio mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche?
Y ahora escribo: me llamaron -¿importa cuándo?- el orador de
¿Cómo puede justificar la democracia burguesa la desgracia en la que está sumergido nuestro pueblo?
Narcotraficantes, banqueros, traidores, punteros, oportunistas. Todos sumergidos a diestra y siniestra en el show pornográfico de las elecciones. Solo pueden ofrecer caos.
Nada va a cambiar para los que trabajamos.
Para soportar tanta indignidad y farsa, un poco de música del poeta de
Hoy se llevaron a Luís. No ocurrió en una película, ni en Brasil. Pasó en la escuela de Mataderos. Se fue porque no logramos detener a la burocracia, racista, miope y brutal, eficaz.
Luis nació en el bello Alto Perú. Por razones que él desconoce sus padres cambiaron la vida en las montañas por los talleres textiles clandestinos de Buenos Aires. Luís anda todo el día sucio: su ropa, sus uñas, su pelo. Luís repitió primer grado, también segundo. Por ser negro, por estar sucio, por ser repetidor fue puesto en segundo "B". Luís, los primeros días de clase de 2009 no habló, lloró y me reconoció al oído su tristeza por no haber podido terminar ese último ejercicio del examen que definió que, una vez más, perdiera a sus compañeros. Luis repitió porque sus maestras fueron ignorantes en lo profesional, irresponsables en lo político e insensibles en lo humano. Luís, en cuatro semanas en segundo "B", demostró estar alfabetizado, conocer para qué sirve ese conocimiento, tener completo y amplio manejo de la serie numérica, utilizar en más de un sentido la suma y la resta y sobre todo fue capaz de operar con una lógica tan (o más ) acorde a cualquier nene de su edad. Luis demostró una sensibilidad poco común. En veinte días de trabajo supo poner huevos, asumir el golpe de repetir e integrarse a un nuevo grupo con niños dos años más chicos que él.
Resulta que Luis tiene un hermano, muy parecido a él. En diciembre su mamá pidió una vacante para este hermano. Siguiendo con la nueva política de escuelas guethos de Mataderos se la negaron. Pues antes los bolivianos iban a las escuelas al sur de Alberdi. Ahora la zona de exclusión nace en la avenida Directorio. La mamá de Luis volvió a insistir en febrero. Sabedores de la imposibilidad legal de negar la vacante las “autoridades” le comunicaron que lo inscribirían pero sin beca del comedor (“Ya no quedan”, mintieron). Con tal noticia a esta señora no le quedó más remedio que anotar a su niño menor en una escuela a diez cuadras de la de su hijo mayor.
Hoy Luis llegó tarde. No traía el guardapolvo, esto me llamó la atención. Tras él venía su mamá. “Venimos a buscar sus cosas, lo cambio de escuela, me es imposible tener a los niños en escuelas distintas, no llego con los tiempos. Acá no quieren anotarme al chiquito”. Debo reconocer que la noticia me paralizó unos instantes. Hice silencio, traté de hacer memoria si tenía algún cuaderno de Luis para devolverle. Luego reaccioné. “Luis es mi compañero de trabajo, por qué se lo van a llevar”. Hablé con la mamá, le ofrecí mis datos para que los lleve como testimonio ante el supervisor de que “sí hay lugar en el comedor para el hermano de Luís”. La mujer me miró con extrañeza, quedó paralizada. Rápidamente le pedí a una colega que se quedara con los niños y me mandé como trompada hacia la vicedirección y luego a la dirección Alcé la voz, expuse argumentos sólidos, hablé de legitimidad, de legalidad, del esfuerzo de Luis, de su pasado, no les dí tiempo de reacción. “Decile a la señora que me espere” dijo en voz baja
Se lo llevaron a Luis. Se lo llevó la burocracia. La tibieza de su madre para defenderlo, mi torpeza y mis miedos para dejar todo e impedirlo. Se lo llevó la implacable burocracia, atroz, obtusa e inexorable. Que nadie crea que la burocracia es una falla, un error, algo que anda mal. Una mosca en la impresora. Ese es su juego, su terreno favorito. Confusión perenne, desgaste sistemático, manejo inhumano en el guardapolvo de una directora de escuela, en la cartuchera de un comisario, en los antojos de un gerente, la lapicera de un ministro, el recetario de un psiquiatra, el llavero de un guardiacárcel.
Lo que hoy es capaz de hacer cualquier persona que haya terminada la escuela primarias sería impensable en el antiguo Egipto. Durante siglos los reyes, emperadores y faraones fueron los únicos autorizados para ser autores. Sin embargo no sabían escribir. Para ello estaban los escribas, que tenían prohibido “inventar” un texto y solo se limitaban a copiar lo que dictaba el Soberano. Así mismo, estos copistas no sabían leer, esa tarea era reservada para los actores. Todos estos, autores, copistas y lectores fueron por tiempos interminables una ínfima minoría de la población.
Llevó más de 5000 años de trabajo a la humanidad lograr la alfabetización universal y reunir en cada humano al autor, el copista y el lector. Si un niño de ocho años viajara a la vieja Babilonia sería considerado un semi-dios con poderes sobrenaturales por su capacidad alfabética.
Hoy, ya recorridos varios años del siglo XXI, las nuevas tecnologías nos sirven para enterrar sin honores a las viejas discusiones didácticas del siglo XIX. Ya sabemos que los copistas no son escritores, que los descifradores no leen. Ya no podemos debatir la importancia de la cursiva y/o la imprenta. Se debe aprender a escribir con dos manos sobre un teclado, punto.
La escuela tradicional propone un tipo de alfabetización mientras que la sociedad empieza a exigir otra. La democratización de la lectura y la escritura se ve acompañada de la incapacidad para hacerla efectiva. Si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo ¿para qué alfabetiza?
A. Literatura como obra de la imaginación en el sentido de ficción (algo que no es real) y de creación.
Desde esta perspectiva la literatura es obra de la “imaginación” en el sentido de ficción, de escribir algo que no es literalmente real. Para el autor esta diferenciación entre “hecho” y “ficción” o entre lo “histórico” y lo “artístico” se muestra dudosa si se analiza la historia de la literatura. Por ejemplo en Inglaterra a fines del siglo XVI y principios del XVII la palabra novela se empleaba tanto para denotar sucesos reales como ficticios. Tampoco esta diferenciación es aplicable, sostiene, para las antiguas agras islámicas.
Además la “literatura” incluye muchos escritos “objetivos” y excluye muchos de carácter novelísticos
Por otro lado el crítico se pregunta si son considerados literatura los escritos productos de la imaginación “¿La historia, la filosofía y las Ciencias Naturales. carecen de carácter creador y de imaginación?”
B. Formalistas rusos. La Literatura no en base a su carácter novelístico o de imaginario sino en su empleo característico de la lengua. Una forma de escribir. “Se violenta organizadamente (sistemáticamente) el lenguaje ordinario” Jakobso
Al analizar las ideas de lo formalistas rusos Eagleton explica que este grupo de “críticos militantes y polémicos”, “con espíritu científico práctico enfocaron la atención a la realidad material del texto literario. Según ellos la crítica debían separar arte y misterio y ocuparse de la forma en que los textos literarios realmente funcionan.”.
Para los formalistas la literatura era una organización especial del lenguaje, con leyes propias específicas, estructuras y recursos que debían estudiarse en si mismos. Sostenían que la literatura transforma e intensifica el lenguaje ordinario alejándolo sistemáticamente de la forma en que se habla cotidianamente. Lo literario era una “función de las relaciones diferenciales entre dos formas de expresión” (lo cotidiano vs. los recursos formales) y no una propiedad inmutable.
El funcionamiento de los recursos que le permitían a la literatura lograr el efecto enajenante o desfamiliarizante sobre el lenguaje “normal” podía analizarse como el funcionamiento de una máquina.
El resultado del funcionamiento de los recursos de la literatura muestra una paradoja, pensaban: “Un conjunto más o menos arbitrario de “recursos” deforman el lenguaje ordinario alienándolo pero a la vez proporcionan una posesión más completa del mismo.”
Consideraban a la literatura como una especie de violencia lingüística sobre el lenguaje ordinario.
Terry Eagleton critica esta definición y lo justifica explicando que es “no pasa de ser una ilusión creer que existe un solo lenguaje “normal”, “…cualquier lenguaje real consiste en gamas muy complejas del discurso, las cuales se diferencian según la clase social, la región, el sexo, la categoría”. “Estos factores no pueden unificarse en una comunidad lingüística homogénea”. “El hecho de que el lenguaje empleado en una obra parezca `alienante` o `enajenante` no garantiza que en todo tiempo y lugar haya poseído esas características”.
Por otra parte el autor del apunte explica que si se define a lo literario como aquellos textos que tengan un uso especial del lenguaje (Sintaxis, metro, ritmo, sonidos, etc. que intensifican, condensan, retorisan, comprimen, extienden e invierten el lenguaje ordinario) hay que considerar el hecho de que aparecen estos recursos en textos que no son considerados literatura y que “no hay recurso literario “que no se emplee continuamente en el lenguaje diario”
Es el contexto el que determina el carácter literario. El lenguaje carece de calidad o propiedades que permitan distinguirlo si una expresión se trata de literatura o de un comentario realizado en un bar, por ejemplo.
Por lo tanto, teniendo en cuenta esto último cualquier texto puede adquirir o perder su carácter de “raro“ o “ajeno”. Es suficiente que cambie de contexto, de clase social, de tiempo, etc.” Arrancado de su contexto cualquier enunciado de índole pragmática podría transformarse en literatura y viceversa.
C. La literatura es un discurso no pragmático.
“Cuando el poeta nos dice que su amor es cual rosa encarnada, sabemos, precisamente porque recurrió a la métrica para expresarse, que no hemos de preguntarnos si realmente estuvo enamorado de de alguien que por extrañas razones, le pareció que tenía semejanzas con un a rosa. El poeta simplemente ha expresado algo referente a las mujeres y al amor en términos generales”.
Con este ejemplo Terry Eagleton analiza críticamente la visión que sostiene que son literatura los discursos no pragmáticos. Aquellos que carecen de un fin práctico inmediato y que por el contrario se refieren a una situación de carácter general y que, a veces, para no dejar duda utiliza un lenguaje peculiar. Es decir, a diferencia de la definición de literario de los formalistas que hacían pie en la forma material de la literatura, aquí se habla de lo literario cuando la forma trata de manera general y no pragmática el tema.
Para el crítico inglés esta definición de literatura encierra problemas. Principalmente para aquellos textos considerados literatura y que “el valor –verdad y la pertinencia práctica de lo que se dice se considera importante”. Pone como ejemplo muy claro de esta situación la obra de George Orwel y lo que él pensaría “al enterarse de que sus ensayos se leerían como si los temas que discute fueran menos importantes que la forma en que los discute”.
D. Literatura es la forma en que se decide leer algo y no algo que está en la naturaleza de lo escrito.
Por último el autor de este apunte deduce que aún tomando el tratamiento no pragmático del discurso como definición de literatura no se puede definir a esta de forma “objetiva”.
Es a la forma en que alguien decide leer lo que define la literatura y no al que esté en la naturaleza de lo escrito
Un escrito puede comenzar como historia o filosofía y, posteriormente, ser clasificado como literatura o viceversa. Algunos textos nacen como literatura y a otros se les impone ese carácter. “En este sentido puede considerarse la literatura no tanto como una cualidad o conjunto de cualidades inherentes que quedan de manifiesto en cierto tipos de obras, sino como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito”. “No hay nada que constituya la esencia misma de la literatura”
Literatura es un término funcional y no ontológico. Es una definición hueca. Son los juicios de valor los que lo rellenan y estos, a su vez, están compuestos de lo que se considera “bien escrito” (“una forma de escribir altamente estimada”)
Por lo tanto las definiciones de literatura son acepciones históricamente específicas pues el concepto de valor es transitorio. Se lo asignan algunas personas en circunstancias especificas “basándose en determinados criterios y a la luz de criterios preestablecidos”. La valoración de las obras sufre una inestabilidad producto de la evaluación que en cada época se haga de ella. Las sociedades reescriben todas las obras literarias que leen. Las obras experimentan cambios al llegar a nuevos grupos humanos
Una obra literaria es un enunciado y como tal está formado por una estructura de valores que constituyen su ideología “…no hay posibilidad de formular una declaración totalmente desinteresada” Y la gente aprecia las obras literarias a partir de lo que suponen que es la literatura, lo que dan por hecho cuando se acercan a un poema, etc. Es decir sus hábitos de percepción y evaluación
En síntesis, “…la literatura no existe en el mismo sentido en puede decirse que existen los insectos.” sino que se constituye a través de los juicios de valor que son históricamente variables y que se relacionan estrechamente con las ideologías sociales. Dichos valores no solo no se refieren exclusivamente “al gusto personal sino también a los que dan por hecho ciertos grupos sociales y mediante lo cual tienen poder sobre otros y lo conservan”.
Hasta acá llegó este blog.
Diversas tareas me impiden concentrarme en la escritura y en la lectura de los comenarios. No me es posible continuar poniendo atención aquí mientras no resuelva otras cuestiones. (El narrador da un paso al costado. El autor tiene asuntos que atender).
Es imprescindible que atienda otros asuntos.
Lamento no poder estar a la altura de las circunstancias y pido disculpas a los lectores habituales (pocos, pero los hay).Así mismo tengo que reconocer que me fue muy grato construirlo todo este tiempo.Tal vez vuelva a la blogósfera con otro narrador, en el algún tiempo.
El Verdugo en el Umbral
Dentro de las fuerzas políticas que se desarrollan en el capitalismo podemos hallar de todo. Desde las fuerzas más reaccionarias y oscurantistas cercanas al medioevo hasta las fuerzas acomodaticias sin ideas propias y por supuesto las progresistas.
Independientemente de la cuestión de fondo de si es necesario cambio radical o paulatino de la sociedad, quisiera traer hasta aquí un nombre que por su acción revolucionaria y compromiso se ha ganado el respeto universal: Salvador Allende.
Su figura cobra hoy un sentido desenmascarador. El compromiso, la valentía y la ética con que ejerció su gobierno deja al desnudo a todo el arco de la política parlamentarista burguesa.
En especial a los que hoy, bastardeando la palabra socialismo y fabricando caretas con términos progresistas son fieles administradores de los monopolios.
La represiva Bachelet, el lamebotas Tabaré, el genial administrador Lula y los mercachifles K (solo por nombrar a los más arrastrados) representan la contratara de Salvador.
El cubano Pedro de
Esta es la gran verdad que se intenta ocultar. Una nueva generación está asomando. Un nuevo proletariado, una juventud con un profundo espíritu rebelde que descree totalmente de los políticos de estas democracias y que en sus luchas actuales han hecho renacer al Compañero Allende